10.17.2009

Montañas Rusas

Escuchamos una y otra vez lo mismo, y así mismo lo olvidamos. Seguimos corriendo, tropezándonos con los pies, caemos de bruces y ahí mismo, tirados en el piso, es cuando recordamos y escuchamos retumbar una y otra y otra vez lo mismo, ese consejo cruel, tan acertado, tan olvidado y útil. Nos paramos y con las marcas de la caída andamos, seguimos, caminamos y volvemos a correr para volver a caer. No se cuando, porque, ni donde, pero se que siempre caemos. Al igual que las montañas rusas, esto termina. Ellas suben, frenan, caen, te llenan de adrenalina, de emociones, dan vueltas en el aire, vómitos vuelan y caen afectando a los curiosos, otros escupen a los demás sin darse cuenta que en esa vuelta la escupida les llego a ellos, después viene la parte en la que ves venir la ultima vuelta, el ultimo salto, la ultima emoción, el ultimo aire, y es cuando te das cuenta lo poco que duro, lo poco que lo disfrutaste, cuando todo cae. Así es la vida, caídas, subidas, bajadas, pérdidas así como los vómitos, reencuentros así como las escupidas. El amor no difiere mucho de las montañas rusas, quizás en lo que no se asemeja, es que nadie decide subirse a el, llega solo, y causa los mismos efectos, hasta la muerte en los casos mas alocados, y extremistas.

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